jueves, 13 de agosto de 2020

Historia y Comunicación Científica

 

Que es historia.

La historia es la ciencia que tiene como objetivo el estudio de sucesos del pasado, tradicionalmente de la humanidad​, y como método, el propio de las ciencias sociales/humanas, así como el de las ciencias naturales en un marco de disciplinarte.​

 

Que es comunicación.

La comunicación es la acción consciente de intercambiar información entre dos o más participantes con el fin de transmitir o recibir información u opiniones distintas.

 

Que es ciencia.

La ciencia es un sistema ordenado de conocimientos estructurados que estudia, investiga e interpreta los fenómenos naturales, sociales y artificiales.​ El conocimiento científico se obtiene mediante observación y experimentación en ámbitos específicos.

 

Que es tecnología.

La tecnología es la aplicación de la ciencia a la resolución de problemas concretos. Constituye un conjunto de conocimientos científicamente ordenados, que permiten diseñar y crear bienes o servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente, así como la satisfacción de las necesidades individuales esenciales y las aspiraciones de la humanidad.

 

           


Thomas De Aquino

 

Tomás de Aquino (1224/5 – 1274) es uno de los más eminentes e influyentes pensadores en la historia de la Iglesia Católica. Destaca por su capacidad para integrar y armonizar las variadas fuentes de la tradición intelectual que heredó, y por la claridad, concisión y orden de su pensamiento y de sus obras escritas. Aunque por profesión fue un teólogo, Tomás escribió abundantemente sobre cuestiones filosóficas, haciendo sustanciales contribuciones en diversos campos, especialmente en filosofía del conocimiento, antropología filosófica, teoría de la acción, ética, teoría del derecho, y sobre todo, en metafísica.

 

Tomás nació entre 1224 y 1225 en Roccasecca, el castillo de su padre Landolfo (hoy en ruinas), en el Reino de Nápoles, a mitad de camino entre Roma y la ciudad de Nápoles[1]. Su padre era caballero; su madre, Teodora, Condesa de Teathe. La familia gozaba de importantes conexiones políticas, y los padres de Tomás alimentaban la esperanza de que se convirtiera en una persona influyente, quizás incluso abad del cercano monasterio benedictino de Monte Casino, como su tío paterno. Alrededor de los cinco o seis años, fue enviado allí como oblato para comenzar su educación en artes liberales. La leyenda cuenta que siendo aún muy joven, asediaba a su tutor con la pregunta Quid sit Deus? ¿Qué es Dios?

Ya sea porque el muchacho resultaba extremadamente precoz, ya porque la abadía se había convertido en un campo de batalla en el conflicto en curso entre guelfos y gibelinos, cuando tenía alrededor de catorce años, Tomás fue enviado a la universidad imperial que Federico II había fundado en Nápoles en 1224. Allí continuó sus estudios de artes liberales y comenzó los de filosofía. Se trató de una circunstancia afortunada. Federico había conseguido hacer de Nápoles un importante centro intelectual europeo. Y, lo que es aún más importante, prácticamente en ningún otro sitio podría haberse visto Tomás expuesto de una manera tan completa al pensamiento de Aristóteles.

El grueso de las obras de Aristóteles había sido traducido al latín en fecha relativamente reciente y estaba generando una gran conmoción en toda Europa. Las autoridades de la Iglesia las miraban con sospecha, quizás en parte porque venían acompañadas por traducciones de los comentarios de los grandes filósofos árabes Avicena y Averroes, algunas de cuyas interpretaciones favorecían opiniones teológicas claramente heréticas. Por esta razón, en el momento en que Tomás comenzaba sus estudios filosóficos, las universidades eclesiásticas, como la que se encontraba en París, solo permitían la enseñanza de una porción de las obras de Aristóteles: aquellas sobre lógica y ética. En la universidad civil de Federico, en cambio, no existían esas restricciones. Fue un tal Pedro de Irlanda, autor de un comentario —que aún se conserva— al Perihermeneias, quien guió al joven Tomás en el estudio de las llamadas obras “naturales” de Aristóteles. Estas incluían tanto los escritos sobre filosofía natural como los de la Metafísica. Si bien Tomás nunca adquirió más que un rudimentario conocimiento del griego, con el paso del tiempo se ha convertido en uno de los más grandes intérpretes de Aristóteles, y su característico modo de hacer uso de las enseñanzas del “Filósofo”, tanto en filosofía como en teología, es uno de los sellos de su pensamiento.

Fue también en Nápoles donde Tomás tomó contacto con la nueva orden de frailes mendicantes, los dominicos (fundados en Toulouse en 1215), y pronto decidió sumarse a sus filas. Su decisión se topó con una severa oposición familiar, y durante más de un año sus parientes emplearon diversos medios para intentar disuadirlo, incluyendo el confinamiento forzado en la fortaleza de Roccasecca, durante el cual se dice que sus hermanos llegaron incluso a tenderle trampas contra la virtud de la castidad. Viendo que la voluntad del novicio permanecía firme, la familia terminó por ceder, y, poco después, probablemente en 1245, sus superiores lo enviaron al priorato dominico de St. Jacques en París para continuar sus estudios de filosofía. Allí, entre otras cosas, habría leído parte, al menos, de las obras éticas de Aristóteles.

Al parecer, aún antes de terminar los estudios de filosofía, Tomás empezó a estudiar teología. Este hecho parece evidenciado por la existencia de un manuscrito que contiene transcripciones suyas de una serie de cursos sobre las obras teológicas del pseudo-Dionisio, algunas de las cuales denotan un origen parisino. Los cursos fueron dictados por el renombrado dominico alemán, Alberto el Grande, que enseñó teología en París desde 1243 o 1244 hasta 1248. Es posible que este ingreso temprano en la teología se haya debido a que Alberto reconoció las excepcionales cualidades de Tomás. En todo caso, cuando Alberto dejó París en 1248 para asumir la dirección del nuevo studium generale de los dominicos en Colonia, llevó consigo a Tomás. Allí, además de estudiar Sagradas Escrituras y de realizar sus primeros comentarios bíblicos —sobre IsaíasJeremías y Lamentaciones—, Tomás continuó con las transcripciones de los cursos sobre el pseudo-Dionisio, y también transcribió un curso de Alberto sobre la Etica a Nicómaco de Aristóteles. Esto es, en cierto modo, sorprendente, puesto que para ese entonces seguramente ya habría terminado la filosofía. Sin embargo, resulta claro que Tomás consideró el curso como algo precioso. Conservó sus propias notas del mismo y las usó incluso mucho tiempo más tarde, cuando compuso la parte moral de la Summa theologiae. Es probable que en Colonia le hayan sido encomendadas también algunas lecciones.

Es difícil exagerar la magnitud de la influencia de Alberto en Tomás. Si Tomás precisaba alguna ayuda para llegar a tener en alta estima a la filosofía, nadie estaba en mejores condiciones para proporcionársela que Alberto. Tomás debe haberse sentido también inspirado por el inmenso esfuerzo que realizaba Alberto por interpretar el pensamiento de Aristóteles e integrarlo con el tradicional neoplatonismo cristiano heredado de Agustín, Boecio y el pseudo-Dionisio. Esto no significa que la mente de Tomás era en todos los sentidos como la de su maestro. Por ejemplo, las obras de Tomás muestran considerablemente menos interés por la historia natural. Su inclinación y genio eran metafísicos. Y en su propia síntesis de aristotelismo y neoplatonismo, la presencia del primero es mucho más dominante que en Alberto. Tal vez por este motivo, para bien o para mal, los expertos están generalmente de acuerdo con que la síntesis de Tomás parece también más lograda.

 


Roger Bacon

 

(Tambier llamado Rogerio o Rogelio Bacon; Ilchester, c. 1220 - Oxford, 1292) Filósofo, científico y teólogo inglés cuyos acercamientos a la ciencia desde una perspectiva experimental preludiaron la crisis que experimentaría en el siglo siguiente la filosofía escolástica. Roger Bacon estudió en Oxford y se trasladó a París en 1236; tras hacerse franciscano, comentó las obras de Aristóteles y, desde 1247, se dedicó a estudios científicos.

 

De nuevo en Oxford (1251), escribió los tratados De los espejos y De la multiplicación de las especies, y una Metafísica; sin embargo, en 1257, se le prohibió enseñar y volvió a París. A instancias de su protector, el papa Clemente IV, emprendió los Communia naturalium (un balance de la ciencia de su época), que abandonó para escribir el Opus maius (1267-1268), obra que envió al papa junto con la ya citada sobre las especies y otras dos (Opus minus y Opus tertium), y escribió también un Compendio del estudio de la filosofía.

En 1277 el general de los franciscanos, Jerónimo de Ascoli, tachó de sospechosas sus obras (sobre todo por sus ataques a San Alberto Magno y a Santo Tomás de Aquino); condenadas sus tesis, estuvo en prisión hasta 1292. Ya en libertad, no pudo concluir su Compendio del estudio de la teología.

Científico avanzado a su tiempo, captó los errores del calendario juliano, señaló los puntos débiles de la astronomía de Ptolomeo, indicó en óptica las leyes de reflexión y los fenómenos de refracción, comprendió el funcionamiento de los espejos esféricos, ideó una teoría explicativa del arco iris, describió ingenios mecánicos (barcos, coches, máquinas voladoras) y tomó de los árabes la fórmula de la pólvora de cañón.

Difusor (en París) y luego crítico de Aristóteles, Roger Bacon adoptó una doctrina de los universales de tipo conceptualista y propuso la «ciencia experimental» como alternativa a la dialéctica escolástica; sin embargo, todo ello se basaba en una cosmovisión creyente, según la cual la ciencia se apoya en la teología (don divino) y la filosofía -su servidora- procede de la revelación desde Adán.

 

 

 

 


Benjamín Franklin

 

(Boston, 1706 - Filadelfia, 1790) Político, científico e inventor estadounidense. Estudioso de la electricidad y de cuanto atrajo su interés, inventor del pararrayos y de otros útiles artefactos, honesto y eficiente hombre público y destacado artífice de la independencia de los Estados Unidos, Benjamin Franklin fue acaso el personaje más querido de su tiempo en su país y el único americano de la época colonial británica que alcanzó fama y notoriedad en Europa.

Sólo desde la admiración es posible aproximarse a su figura, y al mismo tiempo es difícil pensar en Franklin sin experimentar una sensación de calor humano. Su apariencia era tan sencilla, su personalidad resultaba tan agradable y su sentido del humor brotaba tan espontáneamente que para la gente resultaba fácil quererlo y respetarlo. Unos grandes ojos grises y una boca propensa a la sonrisa adornaban el rostro de este dechado de virtudes, que fue capaz de sobresalir en cuantos campos se propuso.

"La voluntad, el talento, el genio y la gracia se reunían en él, como si la naturaleza al formarle se hubiese sentido derrochadora y feliz", afirmó uno de sus biógrafos. Más allá de esos dones, Franklin siempre creyó firmemente que era posible modificar los aspectos negativos del carácter mediante una disciplina a la vez suave y constante. En su juventud llevaba siempre consigo una lista de cualidades dignas de admiración, que más tarde se convirtió en un pequeño libro donde cada página estaba consagrada a una virtud. Franklin dedicaba una semana de atención a cada una de ellas, que releía en cuanto tenía ocasión, y volvía a empezar cuando llegaba al final.

Biografía

Decimoquinto hermano de un total de diecisiete, Benjamin Franklin cursó únicamente estudios elementales, que abandonó a la edad de diez años; la vasta erudición enciclopédica que exhibiría en su madurez fue el resultado de una curiosidad insaciable y de un esfuerzo autodidacta que compaginaría siempre con sus actividades profesionales. A los doce años comenzó a trabajar como impresor en una empresa propiedad de John Franklin, uno de sus hermanos.

En 1723, tras una disputa con su hermano, huyó a Filadelfia, donde, sin un céntimo en el bolsillo, halló trabajo en una tipografía. Tras haber desempeñado por espacio de dos años la misma actividad en Inglaterra, adonde había sido enviado con recomendaciones sin ningún valor, regresó a Filadelfia y trabajó por su cuenta como tipógrafo y editor. En 1727 fue responsable de la emisión de papel moneda en las colonias británicas de América. Más tarde fundó el periódico La Gaceta de Pensilvania, que publicó entre los años 1728 y 1748, y en 1732 emprendió la edición del Almanaque del pobre Richard (1732-1757).


Benjamin Franklin

Con la publicación del Almanaque, un tipo de anuario misceláneo frecuente en la época que incluía el santoral, horóscopos, consejos médicos y previsiones meteorológicas, se abrió en su vida un período de prosperidad. El propio Franklin ejercía como redactor, editor y director, aunque atribuía la autoría del mismo a un personaje ficticio que acabaría siendo famosísimo: el extravagante Richard Saunders, de donde procede el título de Almanaque del pobre Richard.

El tal Richard es un viejo "yanqui" provinciano de variable humor, un filósofo rústico con sus puntas y ribetes de misoginismo, que, con gran desesperación de su esposa Bridget, se pasa el tiempo entre polvorientos libros y cálculos astrológicos, en lugar de ganar dinero para sostener a su familia; decide editar el almanaque, precisamente, para poder conciliar sus aficiones con esa necesidad.

Junto a las secciones habituales, Franklin tuvo el acierto de incluir además toda clase de máximas, proverbios, sentencias y frases célebres, extraídas de fuentes variadas; en ocasiones, aplicando su genio y experiencia a la conducta humana, llegó a inventarlas él mismo, con tanta fortuna que acabaron pasando al acervo popular. Después de veinticinco años de publicación ininterrumpida, con tiradas que alcanzaron los diez mil ejemplares (una cifra impresionante para la época), Benjamin Franklin había conseguido un considerable patrimonio que le permitió abandonar la impresión.

El estadista

La época de más intensa actividad política de Benjamin Franklin se inició en 1757, una vez finalizada aquella larga etapa como impresor. Lo más importante de la misma fue su tarea como inspirador y activo factótum de la independencia. Puede atribuírsele la idea primigenia de unos Estados Unidos como nación única y no como un grupo de colonias separadas, ya que dos décadas antes de la guerra de independencia americana concibió un sistema de gobiernos estatales reunidos bajo una sola autoridad federal.

Previamente, convertido ya en uno de los más importantes personajes públicos de Filadelfia, había sido elegido miembro de la Asamblea legislativa; llevó a buen fin el tratado con los indios rebeldes, encontró un sistema racional para la limpieza de las calles y promovió numerosas iniciativas y mejoras. Su temperamento activo y polifacético lo impulsaría a participar en las cuestiones de ámbito local, por ejemplo, en la creación de instituciones como el cuerpo de bomberos de Filadelfia, la biblioteca pública y la Universidad de Pensilvania, así como la Sociedad Filosófica Americana. Como director general de Correos en Filadelfia, primero de importancia de los múltiples cargos públicos que desempeñaría con brillante eficiencia, Franklin alcanzó una serie de éxitos fulgurantes en la mejora del servicio, amplió considerablemente la frecuencia de los envíos y mejoró los caminos postales.

Cuando en 1757 fue enviado a Londres para defender los intereses de las colonias americanas ante la metrópoli, Benjamin Franklin inició una intensa labor política que acabaría dando los frutos apetecidos. En una famosa ocasión estuvo durante todo el día en la Cámara de los Comunes, contestando con gran habilidad las preguntas que le dirigían los miembros de tan honorable institución en torno a la resistencia de las colonias ante la muy odiada ley tributaria inglesa, que resultaba nefasta para los intereses de los colonos americanos. El resultado fue que el Parlamento revocó la ley (1766) y la guerra se retrasó diez años, dando a los independentistas tiempo suficiente para prepararse.

Ante las nuevas presiones fiscales y políticas ejercidas por la metrópoli, Benjamin Franklin dejó Londres; regresó a Filadelfia en 1775 y se adhirió decididamente al movimiento independentista. Ese mismo año fue nombrado diputado por Pensilvania ante el II Congreso Continental, en el que los representantes de las trece colonias norteamericanas decidieron formar un ejército para luchar contra Inglaterra. Al año siguiente redactó, conjuntamente con Thomas Jefferson y John Adams, la histórica Declaración de Independencia (1776).

Debido a su prestigio, se le escogió en diciembre de ese año para efectuar una gira por Europa (1776-1785) en busca de apoyo para la causa independentista. Era fundamental conseguir la ayuda de Francia, sin la cual la contienda podía prolongarse indefinidamente e incluso perderse. George Washington se había entregado a la organización de un ejército norteamericano, pero la metrópoli contaba con todo el poder, las armas e importantes aliados. Era preciso contrarrestar ese poderío consiguiendo el auxilio de Francia. Franklin no sólo convenció al reacio monarca francés, Luis XVI, de que enviara secretamente suministros al general Washington, sino que un año después (1778) logró que entrara abiertamente en la guerra como aliado después de firmar un tratado de amistad.


Benjamin Franklin (retrato de David Martin, 1767)

Finalizada la guerra y lograda la independencia efectiva, Benjamin Franklin fue partícipe en las conversaciones para concluir el tratado de paz que pondría fin al conflicto (1783). Tras su regreso a Filadelfia fue nombrado miembro de la convención encargada de la redacción de la Constitución estadounidense (1787). Franklin consiguió además resolver un problema que amenazaba con dificultar seriamente la formación del nuevo país: los pequeños Estados querían tener idéntica representación en el Congreso que los grandes y, a su vez, éstos pretendían que el número de delegados se eligiera según la población de cada Estado.

Franklin resolvió la dificultad aceptando la primera propuesta como base para el Senado y la segunda para la Cámara de Representantes; luego, cuando la Constitución estuvo lista, se encargó personalmente de que fuera ratificada por los distintos Estados, tarea para la que tuvo que poner en juego todas sus dotes de persuasión y sus capacidades de magistral razonador: ninguno de sus interlocutores se resistió a sus argumentos. Vuelto a Filadelfia, ya viejo y fatigado, y con la esperanza de un descanso bien merecido, se vio inmediatamente agobiado por nuevas responsabilidades públicas, llevando una vez más a cabo con su perfecto y admirable estilo las misiones confiadas.

El científico

El interés de Benjamin Franklin por los temas científicos comenzó a mediados del siglo y coincidió aproximadamente con aquella etapa de intensa actividad política. Durante una estancia en Francia, en 1752, llevó a cabo el famoso experimento de la cometa, que le permitió demostrar que las nubes están cargadas de electricidad y que, por lo tanto, los rayos son esencialmente descargas de tipo eléctrico.

Para la realización del experimento, no exento de riesgo, utilizó una cometa dotada de un alambre metálico unido a un hilo de seda que, de acuerdo con su suposición, debía cargarse con la electricidad captada por el alambre. Durante la tormenta acercó la mano a una llave que pendía del hilo de seda, y observó que, lo mismo que en los experimentos con botellas de Leyden que había realizado con anterioridad, saltaban chispas, lo cual demostraba la presencia de electricidad.


El experimento de la cometa (óleo de B. West)

Este descubrimiento le permitió inventar el pararrayos, cuya eficacia dio lugar a que ya en 1782, en la ciudad de Filadelfia, se hubiesen instalado 400 de estos ingenios. Sus trabajos acerca de la electricidad le llevaron a formular conceptos tales como el de la electricidad negativa y positiva (a partir de la observación del comportamiento de las varillas de ámbar) o el de conductor eléctrico, entre otros. Expuso además una teoría acerca de la electricidad en la que consideraba que ésta era un fluido sutil que podía presentar un exceso o un defecto, descubrió el poder de las puntas metálicas al observar que un cuerpo con carga eléctrica se descarga mucho más deprisa si termina en punta, y enunció el principio de conservación de la carga eléctrica.

Benjamin Franklin inventó también la llamada estufa Franklin (1742), una estufa de hierro de mayor eficiencia y menor consumo, y las lentes bifocales. La gran curiosidad que sentía por los fenómenos naturales le indujo a estudiar, entre otros, el curso de las tormentas que se forman en el continente americano, y fue el primero en analizar la corriente cálida que discurre por el Atlántico norte y que en la actualidad se conoce con el nombre de corriente del Golfo.

Músico e instrumentista experto, escribió también sobre los problemas de la composición musical, en particular sobre los referentes a la adaptación de la música a la letra para que esta última pudiera ser inteligible. Una relación detallada de sus hallazgos resultaría interminable y agotadora, pues su capacidad creadora y su sentido de anticipación fueron absolutamente extraordinarios.

Benjamin Franklin falleció en Filadelfia a los 84 años de edad. Había permanecido activo prácticamente toda su vida; sólo dos años antes había decidido retirarse de la vida pública y completar su Autobiografía (iniciada hacia 1771), que vería la luz póstumamente. Una de las razones que lo llevaron a la longevidad fue su profundo conocimiento de los temas relativos a la salud. Daba largas caminatas en cuanto tenía ocasión, era un ejemplo de moderación en la mesa y, en contra de muchos prejuicios acatados por sus contemporáneos, tenía hábitos que resultaban insólitos para el americano medio, como la costumbre, considerada extravagante y perniciosa, de dormir con las ventanas abiertas de par en par.

 

 

 


Edward Jenner

 

(Berkeley, Gran Bretaña, 1749 - id., 1823) Médico inglés al que se debe el descubrimiento de la vacuna de la viruela, que fue la primera vacuna de total eficacia y fiabilidad en la historia médica. A los trece años entró al servicio de un cirujano local, con el que permaneció hasta los veintiuno, momento en el que se trasladó a Londres y se convirtió en pupilo de John Harvey. En 1773 regresó a Berkeley para abrir una consulta local, en la que adquirió un notable prestigio.

En el siglo XVIII, la viruela era una de las enfermedades epidémicas con un mayor índice de mortalidad. El único tratamiento conocido en la época era de naturaleza preventiva, y consistía en inocular a un sujeto sano materia infectada procedente de un paciente aquejado de un ataque leve de viruela. Dicho principio se basaba en la evidencia empírica de que un sujeto que hubiera superado la enfermedad no la volvía a contraer. Sin embargo, la persona inoculada no siempre desarrollaba una versión leve de la enfermedad y fallecía a menudo; además, podía actuar como foco de infección para los que lo rodeaban.

Jenner se percató de que una variante de la enfermedad, la viruela de las vacas, también ejercía el mismo efecto inmunitario con respecto a la viruela convencional en las personas que la habían contraído. En 1796 extrajo materia infectada de un individuo afectado por la viruela de las vacas y la inoculó a un niño sano de ocho años, que prontamente desarrolló una fiebre leve y pequeñas lesiones. Dos meses después inoculó nuevamente al niño, pero esta vez con el virus de la viruela convencional, sin que la enfermedad llegara a desarrollarse.

La memoria con los resultados obtenidos fue rechazada por la Royal Society, pero él la publicó en 1798, incluyendo también los resultados favorables de otras pruebas posteriores. No sin problemas, la práctica de la vacunación se fue extendiendo desde el campo de la acción médica particular al ámbito nacional, continental y mundial. Jenner, convertido en un personaje célebre, disfrutó desde 1802 de una cuantiosa suma anual concedida por el Parlamento, retirándose de la actividad científica en 1815.

 

 


Alexander Graham Bell

 

(Edimburgo, Reino Unido, 1847 - Beinn Bhreagh, Canadá, 1922) Científico y logopeda estadounidense de orígen escocés, inventor del teléfono.

 

Nacido en el seno de una familia dedicada a la locución y corrección de la pronunciación, Bell fue educado junto a sus hermanos en la tradición profesional familiar. Estudió en la Royal High School de Edimburgo, y asistió a algunas clases en la Universidad de Edimburgo y el University College londinense, pero su formación fue básicamente autodidacta.

En 1864 ocupó la plaza de residente en la Weston House Academy de Elgin, donde desarrolló sus primeros estudios sobre sonido; en 1868 trabajó como asistente de su padre en Londres, ocupando su puesto tras la marcha de éste a América. La repentina muerte de su hermano mayor a causa de la tuberculosis, enfermedad que también había terminado con la vida de su hermano menor, repercutió negativamente tanto en la salud como en el estado de ánimo de Bell.

En estas circunstancias, en 1870 se trasladó a una localidad cercana a Brantford (Canadá) junto al resto de su familia, donde pronto su estado comenzó a mejorar. Un año después se instaló en Boston, donde orientó su actividad a dar a conocer el sistema de aprendizaje para sordos ideado por su padre, recogido en la obra Visible Speech (1866). Los espectaculares resultados de su trabajo pronto le granjearon una bien merecida reputación, recibiendo ofertas para dar diversas conferencias, y en 1873 fue nombrado profesor de fisiología vocal en la Universidad de Boston.

En esta época, con la entusiasta colaboración del joven mecánico Thomas Watson y el patrocinio de los padres de George Sanders y Mabel Hubbard (con quien se acabaría casando el año 1877), dos estudiantes sordos que habían recibido clases de Bell, diseñó un aparato para interconvertir el sonido en impulsos eléctricos. El invento, denominado teléfono, fue inscrito en el registro de patentes estadounidense en 1876.

En un primer momento el teléfono levantó todo tipo de comentarios irónicos; sin embargo, cuando gracias a las aportaciones de Emil Berliner empezó a revelarse como un medio viable de comunicación a larga distancia, se entablaron controvertidos litigios por la comercialización de la patente. El mismo día que Bell, pero unas horas después, Elisha Gray había patentado un aparato similar; actualmente se reconoce que la paternidad del invento debería atribuirse a Antonio Meucci, quien había registrado su «teletrófono» en 1871.

En 1880, Alexander Graham Bell recibió el premio Volta; el dinero obtenido con este premio lo invirtió en el desarrollo de un nuevo proyecto, el grafófono, en colaboración con Charles Sumner Tainter, uno de los primeros sistemas de grabación de sonidos conocido, aunque posterior al fonógrafo de Edison. Tras su muerte, acaecida en 1922, dejó como herencia dieciocho patentes a su nombre y doce más con sus colaboradores.

 

Historia y Comunicación Científica

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